Ivo Rovira Augé
Un cuento de navidad en tres capítulos
La primera vez que conocimos a Gidela fue en 2012. Ella vivía en un pueblo a orilla de las montañas del Tigray. En ese lugar tan recóndito, con casas hechas de adobe y piedra, sin electricidad ni agua corriente, Gidela sobrevivía gracias a la ayuda y caridad de sus vecinos, que la ayudaban en sus quehaceres diarios, con la comida y el agua. Gidela hacía ya más de diez años que perdió la vista debido a infecciones causadas por la falta de higiene y las constantes nubes de polvo que se levantaban cada día con los fuertes vientos que ahí se dan. En la primera imagen, Gidela se resguarda a la sombra, apoyada en la pared, del intenso calor que azota Etiopía en verano.
Un día, un equipo de médicos llegó hasta su poblado y después de visitarla, la citaron para someterse a una operación de glaucoma y de cataratas en Mekelle. Unos meses más tarde, ya en 2013, acompañada por su hija, recorrieron a pié los más de 20 km que la separaban del hospital de campaña dirigido por la ONG Proyecto Visión. Allí, fue operada con éxito de su ceguera reversible. (Imagen 2).
Cuando volvimos a Mekelle unos meses más tarde, tuvimos la oportunidad de vivir una de las experiencias con final feliz que muy pocas veces sedan. Tal cual un cuento de navidad pudimos contemplar y fotografiar, la primera vez que Gidela se vió reflejada en el espejo después de más de diez años viviendo en la oscuridad.
Desde entonces, me gustan los cuentos con final feliz y la navidad.
Bon Nadal a totes i a tots!